Ya sé
que debo utilizar pocos testigos mejor que muchos, pero si dispongo de varios
para elegir ¿qué criterios debería seguir para seleccionar a los más adecuados?
Serían los siguientes:
NO AFECTADOS POR LAS GENERALES DE LA LEY: Ya
sabemos que una madre es el peor testigo del mundo, hasta el punto de que a
veces, en la práctica, se inadmite directamente en los juicios de faltas. En
general si podemos elegir debemos descartar, si podemos, a los familiares más
directos, a amigos íntimos, a empleados y a todo aquel a quien el juicio pueda
beneficiar.
QUE SE EXPRESEN CON CLARIDAD: Un testigo
que se pierda, que titubee a menudo, que se exprese de manera confusa, es el
peor del mundo. Hasta lo más sencillo pueden decirlo de manera que el abogado
contrario pueda interpretarlo a su favor. Es prácticamente un testigo hostil y
debe ser descartado de inmediato. De hecho, si nuestro cliente –el acusado- se
expresa así, hay que plantearse muy seriamente la posibilidad de hacer que se
acoja a su derecho a no declarar.
DE BUENA PRESENCIA: Los psicólogos
dicen que las personas altas,
atractivas, de buena presencia y con la cara grande y redondeada (rasgos
infantiles) obtiene inconscientemente mayor verosimilitud de promedio que las
de características contrarias a las mencionadas. Es injusto, pero es así, dice
la ciencia. Así que, entre una persona de rasgos duros, angulosos, y otra de
facciones redondeadas y suaves, elegiremos a esta última.
QUE GESTICULEN: Uno de
los signos que denotan veracidad es una expresión fluida y expresiva. El
mentiroso tiende a hurtar la mirada, a hablar poco, a no mover las manos o a
ocultarlas; en definitiva, a ser parco y poco expresivo, ya que debe
concentrarse mucho para no decir nada que le delate. De manera que entre un
testigo de natural reservado y taciturno y otro extrovertido y gesticulante
preferiremos a éste último.
PROLIJOS: Otro de los signos de
veracidad del testimonio es la inclusión de detalles no pedidos en las
respuestas. Las mentiras son difíciles de mantener y por tanto las versiones
falsas son escuetas, faltas de detalle, como acartonadas. En cambio una
declaración llena de detalles suena fresca y espontánea. Ejemplo: No es lo
mismo que alguien, ante la pregunta de si tal día a tal hora pasó con su
vehículo por el lugar del accidente, conteste un lacónico “sí”, a que conteste:
“Pues sí, y el caso es que yo no suelo pasar por allí para ir desde mi casa al
trabajo, pero ese día habían cortado la calle de al lado y tuve que desviarme.”
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