martes, 9 de junio de 2015

SELECCIÓN DE TESTIGOS (III): CRITERIOS


Ya sé que debo utilizar pocos testigos mejor que muchos, pero si dispongo de varios para elegir ¿qué criterios debería seguir para seleccionar a los más adecuados? Serían los siguientes:

NO AFECTADOS POR LAS GENERALES DE LA LEY: Ya sabemos que una madre es el peor testigo del mundo, hasta el punto de que a veces, en la práctica, se inadmite directamente en los juicios de faltas. En general si podemos elegir debemos descartar, si podemos, a los familiares más directos, a amigos íntimos, a empleados y a todo aquel a quien el juicio pueda beneficiar.

QUE SE EXPRESEN CON CLARIDAD: Un testigo que se pierda, que titubee a menudo, que se exprese de manera confusa, es el peor del mundo. Hasta lo más sencillo pueden decirlo de manera que el abogado contrario pueda interpretarlo a su favor. Es prácticamente un testigo hostil y debe ser descartado de inmediato. De hecho, si nuestro cliente –el acusado- se expresa así, hay que plantearse muy seriamente la posibilidad de hacer que se acoja a su derecho a no declarar.

DE BUENA PRESENCIA: Los psicólogos dicen que las personas altas, atractivas, de buena presencia y con la cara grande y redondeada (rasgos infantiles) obtiene inconscientemente mayor verosimilitud de promedio que las de características contrarias a las mencionadas. Es injusto, pero es así, dice la ciencia. Así que, entre una persona de rasgos duros, angulosos, y otra de facciones redondeadas y suaves, elegiremos a esta última.

QUE GESTICULEN: Uno de los signos que denotan veracidad es una expresión fluida y expresiva. El mentiroso tiende a hurtar la mirada, a hablar poco, a no mover las manos o a ocultarlas; en definitiva, a ser parco y poco expresivo, ya que debe concentrarse mucho para no decir nada que le delate. De manera que entre un testigo de natural reservado y taciturno y otro extrovertido y gesticulante preferiremos a éste último.

PROLIJOS: Otro de los signos de veracidad del testimonio es la inclusión de detalles no pedidos en las respuestas. Las mentiras son difíciles de mantener y por tanto las versiones falsas son escuetas, faltas de detalle, como acartonadas. En cambio una declaración llena de detalles suena fresca y espontánea. Ejemplo: No es lo mismo que alguien, ante la pregunta de si tal día a tal hora pasó con su vehículo por el lugar del accidente, conteste un lacónico “sí”, a que conteste: “Pues sí, y el caso es que yo no suelo pasar por allí para ir desde mi casa al trabajo, pero ese día habían cortado la calle de al lado y tuve que desviarme.”